Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 25 noviembre 2024.

Vitoria: De la huelga a los asesinatos, memorias de la transición española

    El 3 de Marzo de 1976, en lo que era la tercera huelga general en Vitoria, 150 trabajadores resultaron heridos de bala y cinco de ellos, de UGT y CCOO, fallecieron, dos ese mismo día y otros tres en los días siguientes. 40 años después de los asesinatos, sin vocación revisionista de la historia, resulta importante recordar el papel y los sacrificios de los trabajadores para que España pudiera dejar atrás la Dictadura y llegar a la democracia.

    03/03/2016.

    “Dentro del marco de las reivindicaciones laborales y políticas que sacudían la España del momento, en Vitoria, miles de trabajadores iniciaban en enero de 1976 una huelga en contra del decreto de topes salariales y por mejores condiciones de trabajo” (Fundación Juan Muñiz Zapico).

    El día 3 de Marzo, en lo que era la tercera huelga general en Vitoria, miles de trabajadores (12.000 cifra la policía y hasta 18.000 los eleva el diario ABC) se concentraron, unos 4.000 dentro de la Iglesia San Francisco de Vitoria del barrio de Zaramaga y el resto fuera, ambos grupos separados por la policía.

    Recibida la orden del Gobernador Civil y tras llamar al desalojo, sin dar tiempo al mismo, la policía procedió al lanzamiento de gases lacrimógenos en el interior de la iglesia, provocando una estampida. Agotado el material antidisturbios la carga policial derivó en el uso indiscriminado de las armas de fuego, pistolas y metralletas contra los manifestantes.

    A consecuencia de ello 150 trabajadores resultaron heridos de bala y cinco de ellos, de UGT y CCOO, fallecieron, dos ese mismo día y otros tres en los días siguientes.

    Para la historia de la ignominia quedará la frase del Ministro del Interior “la calle es mía”, pronunciada a modo de amenaza frente a la oleada de huelgas de esos años que amenazaba, como así sucedió, con acabar con el gobierno continuista de Arias Navarro.

    “Que este triste suceso sirva de lección a todo el país” afirmó el mismo día Fraga Iribarne cuando pretendía que aquello sirviese de escarmiento al movimiento obrero y sus sindicatos clandestinos.

    Sin derechos de reunión, manifestación y huelga reconocidos, con los sindicatos de clase prohibidos, las organizaciones sindicales clandestinas, entre ellas CCOO, convocaron acciones de huelga general en toda España. Acciones que en Madrid y Vitoria tuvieron una gran incidencia. Las huelgas y manifestaciones se sucedieron por toda España durante varios meses.

    Los asesinatos de Vitoria y la movilización que le siguió, así como la repulsa internacional, desencadenaron la sustitución de Carlos Arias Navarro por Adolfo Suárez al frente del Gobierno y la dimisión de Manuel Fraga Iribarne en el Ministerio del Interior. Los responsables políticos y los autores materiales de la matanza de Vitoria nunca fueron conducidos a los tribunales. El caso pasó de unos tribunales a otros, de la jurisdicción ordinaria al Tribunal de Orden Público hasta ser archivada en la jurisdicción militar. No hubo reparación y reconocimiento para las víctimas. En Argentina, la jueza María Servini abrió una causa contra los responsables y autores de la matanza y considera que tanto Rodolfo Martin Villa, entonces ministro de Relaciones Sindicales, como el resto de los imputados son autores de un delito de crímenes de lesa humanidad.

    Pocos meses después de la matanza nació la Coordinadora de Organizaciones Sindicales (COS) que unió, hasta principios de 1977, a CCOO, UGT y USO en un intento de institucionalizar la Unidad de Acción Sindical y que tuvo un importante protagonismo en la “histórica jornada de paro del 12 de Noviembre de 1976” (José María Martín Arce. La COS: una experiencia de unidad de acción durante la transición).

    40 años después de los asesinatos, sin vocación revisionista de la historia, resulta importante recordar el papel y los sacrificios de los trabajadores para que España pudiera dejar atrás la Dictadura y llegar a la democracia.

    Para reparar y reconocer a las víctimas y recuperar la memoria sindical de esa época, tan trascendente para el presente y futuro de nuestro país.