Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 15 diciembre 2024.

La brecha salarial entre hombres y mujeres: la monetarización de la discriminación

    28/06/2016.
    Cartel

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    El avance de la Encuesta Cuatrienal de Estructura Salarial 2014 reafirma la desigualdad salarial entre mujeres y hombres, desigualdad que persite. El salario bruto medio anual en España fue de 22.858 euros en el año 2014, lo que representa una variación del 0,7% respecto a 2013.

    La ganancia media de los hombres (25.727 euros) continuó siendo superior que la de las mujeres (19.744 euros), lo que supone que la diferencia salarial entre mujeres y hombres ha continuado aumentando, pasando de 5.744€ en 2010 a 5.983€ en 2014.

    En 2014 la brecha salarial se sitúa en el 30%, es decir, el salario medio de las mujeres tiene que aumentar un 30% para igualarse al de los hombres. Esta diferencia es resultado de esa desigualdad laboral de las mujeres, la continua incorporación al mercado laboral de las mujeres no se ha visto acompañada de una mejora de las condiciones laborales.

    En el periodo de tiempo (2010-2014), el salario medio anual de las mujeres apenas se ha visto incrementado. Tanto la diferencia salarial entre mujeres y hombres como el “estatismo” del salario medio de las mujeres tienen su explicación en las condiciones de acceso y permanencia en el empleo de las mujeres. A lo largo de esto años se ha constatado como el factor composición del empleo (jornada, tipo de contrato, sector) ha tenido efectos sobre la presencia de las mujeres en el mercado laboral y, por tanto, sobre los salarios.

    El salario medio de las mujeres son 19.744 euros al año, pero la realidad refleja que la mayoría de las mujeres ganan menos tal y como indica la mediana, que muestra que la mitad de las mujeres gana menos de 16.771 euros al año.

    De forma general, las mujeres son quienes continúan percibiendo los salarios más bajos. El 68% de las personas que en 2014 ganaban entre 0 y 1 vez el SMI, y el 54% de quienes ganaban entre 1 y 2 veces el SMI eran mujeres. Todo ello pone de relieve que la pobreza laboral tiene rostro de mujer.