Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 19 marzo 2024.

OPINIÓN

28 de Mayo, por un sistema sanitario equitativo, sin discriminaciones, de calidad y con calidez humana, de Silvia Espinosa López

    ARTÍCULO DE OPINIÓN de Silvia Espinosa López, secretaria de la Mujer de la Federación Estatal de Sanidad y Sectores Sociosanitarios (FSS) de Comisiones Obreras.

    28/05/2018.
    Silvia Espinosa López

    Silvia Espinosa López

    SER MUJER EN UNA ORGANIZACIÓN social todavía machista y androcéntrica supone un condicionamiento de la salud importante. Desde la FSS-CCOO, hoy, 'Día internacional de la Acción por la Salud de las Mujeres', queremos hacer visibles algunas muestras de que también en este importante ámbito existe discriminación por razón de sexo, y que nuestro sistema sanitario sigue albergando muchas prácticas sanitarias que discriminan a las mujeres.

    El mundo de la investigación se ha desarrollado históricamente centrando las investigaciones de enfermedades y medicamentos en el cuerpo del hombre, sin tener en cuenta que las diferencias fisiológicas entre unos y otras va mucho más allá del tema sexual y reproductivo y sin tener en cuenta los diferentes patrones de enfermar o reaccionar ante un fármaco . Aunque en los últimos tiempos se ha avanzado en este aspecto, queda mucho camino por recorrer. En la actualidad sólo el 38% de las investigaciones médicas incluyen la variante de sexo, y muchísimo menos la variante de género, así mismo, en las facultades se siguen estudiando las enfermedades sin tener en cuenta la variante de género. Es imprescindible que las ciencias de la salud se desarrollen teniendo en cuenta las diferencias entre mujeres y hombres.

    La violencia obstétrica y ginecológica está definida por la OMS desde hace años, algunos países tienen leyes específicas (como Venezuela o Argentina), y consiste en el abuso de poder, la pérdida de autonomía y el maltrato en torno a las prácticas sanitarias a la mujer, especialmente durante el embarazo y el parto. Por poner ejemplo de ello, nos podemos referir a las episotomías rutinarias y sistematizadas, las cuales se realizan en casi la mitad de los partos vaginales; las maniobras de Kristeller (que consiste en empujar el vientre de la parturienta con las manos), que están desaconsejadas por la OMS y por la SEGO pero que se siguen usando (en un 26% de los partos vaginales); el gran índice de cesáreas, muy por encima de lo aconsejado por la OMS, que entorpecen la recuperación de la mujer, encarecen la factura sanitaria y que muchas veces se practican dictadas por razones sociales y no médicas.
    Es un hecho indiscutible que la medicalización de procesos naturales para la salud de los intereses de la gran industria farmacéutica se ha cebado especialmente entre las mujeres. El paradigma de esta afirmación es la historia de la Terapia Hormonal sustitutiva en la menopausia (TH) que comenzó a aplicarse en los años cincuenta, cuando sólo estaba compuesta por estrógenos, y que produjo la primera oleada de cáncer de endometrio en los años setenta. Ante este desenlace, apareció otro fármaco en el que se introdujo progestágeno, combinación que prometía toda clase de bondades en la salud de mujeres menopáusicas y sanas. En 1998 varios estudios (HERS y JAMA y Elisabeth Barrett-Connor) comienzan no solo a poner en duda los beneficios prometidos sino también a plantear dudas contundentes sobre los riesgos, oyéndose las primeras voces que aconsejan sólo recetar la terapia a mujeres con problemas o sintomatología severa, hasta tener más estudios.

    Hasta 2002 y 2003, no se publican los resultados de los primeros estudios y ensayos clínicos serios (Women's Health Inititive en EEUU y Millium Women Study en UK), que después de más de 50 años de prescripción a millones de mujeres, concluyen que la HT incrementa los riesgos de cáncer de mama, cáncer de endometrio, enfermedad cardiovascular (infarto), ictus y tromboembolismo venoso. Por fin, en 2004, la Agencia Española del Medicamento emite una información dirigida a profesionales y a las mujeres en la que cuantifica los riesgos y limita la prescripción "para el tratamiento a corto plazo de síntomas de la menopausia que dificulten la actividad diaria, utilizando la dosis más baja que resulte efectiva y durante el menor tiempo posible". Durante mediados de los años noventa, se estima que el uso de estos fármacos era del 50% de las mujeres menopáusicas europeas, millones de personas sanas expuestas gravemente por "prevenir síntomas" de una etapa natural en la mujer, que constituyó una verdadera epidemia. Hoy en día todavía hay laboratorios que ignoran estas evidencias y siguen sembrando la duda, tanto en mujeres como en profesionales.

    No es la única historia, hoy en día la vacuna del papiloma humano también constituye un buen ejemplo de fármaco que se aplica a millones de niñas sanas sin estar lo suficientemente contrastado. El tiempo nos explicará su historia, como nos ha explicado la de las TH, aunque hay ya muchos países, como Japón, que hace un tiempo que las retiraron del calendario de vacunas.

    La mala salud mental representa (según el Consejo General de Colegios de Psicología de España) la mitad de todos los problemas de salud de la población, siendo las mujeres mucho más vulnerables. El malestar emocional y físico que acarrean las jornadas agotadoras que comportan hacerse cargo de los trabajos productivos, la violencia de género en sus múltiples formas, la discriminación en todos los ámbitos, la precariedad laboral...etc, encuentran como única respuesta ser las receptoras del 85% de los psicofármacos que se prescriben en España. Ese es el gran tapón, la gran barrera de contención, el gran parche que se pone por no abordar las razones reales de que las mujeres seamos las grandes frecuentadoras de los centros de atención primaria por problemas de angustias, depresiones, ansiedades...una solución que tiende a cronificar el problema, además de obstaculizar otros tipos de tratamientos.

    El ámbito de la Atención Primaria es clave en la mejora de esta atención, pero para que cumpla su papel de prevención, detección y promoción de la salud en general necesita recursos y empoderamiento. Mayor consciencia de los problemas de salud mental y malestar emocional; mayor apoyo a sus profesionales y mayor presencia de equipos de psicología clínica; mayor tiempo de consulta y mayor formación continuada para detectar la violencia de género y reconducir hacia la salida de la situación... precisamente todo aquello que durante la crisis se ha ido recortando.

    Desde la FSS-CCOO trabajamos cada día por la igualdad de derechos y oportunidades de todas las personas, y por un sistema sanitario equitativo, libre de discriminaciones, de calidad y también de calidez humana.