Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 24 noviembre 2024.

UN SINDICATO DE HOMBRES Y MUJERES/ REVISTA TRABAJADORA, N. 68 (NOVIEMBRE DE 2019)

La acción sindical, ese poderoso instrumento feminista, de Carolina Vidal

    CAROLINA Vidal es nuestra firma en la sección Un sindicto de hombrees y mujeres bajo el título La acción sindical, ese poderoso instrumento feminista. ¿Quieres saber más?

    17/12/2019.
    Carolina Vidal, fotografía de Vanessa Ortiz.

    Carolina Vidal, fotografía de Vanessa Ortiz.

    UNA SIEMPRE tiende a destacar aquello a lo que se dedica, no es un gesto de soberbia, sino de respeto. No les extrañará entonces si afirmo que la acción sindical es uno de los lugares donde con mayor eficacia se puede avanzar en la eliminación de los obstáculos que impiden a las mujeres acceder a una ciudadanía laboral completa y no mermada por la discriminación. Claro que, como se suele decir en el derecho, quien puede lo más puede lo menos y si la labor sindical no logra ser eficaz es muy probable que la conquista de espacios libres y saneados de patriarcado laboral no solo no avance, sino que retroceda.

    El sindicato, junto con el conflicto, tiene en la negociación colectiva su forma de expresión más poderosa. Este poder para regular las condiciones de trabajo del conjunto de trabajadoras y trabajadores del país, afiliadas o no, es clave para infiltrar en la gestión de lo cotidiano (desde el contrato al permiso por bocadillo pasando por la determinación de las funciones o el régimen disciplinario) el nuevo pacto sexual que tantas reclamamos. Solo una alianza fuerte del feminismo con el sindicato (que es, no se olvide, también una expresión feminista en la que diariamente empeñamos nuestras fuerzas) puede garantizar la conquista de espacios no agrestes y respetuosos con el ser mujeres en el trabajo remunerado.

    Quizá haya que empezar por poner caras.

    Hay que poner caras a quienes se sientan en la mesa de negociación de los convenios, un convenio en cuya negociación no participan mujeres u hombres con perspectiva feminista ya nace tuerto y por eso algunas experiencias sindicales recientes, en las que las mesas negociadoras de sectores no feminizados han estado compuestas mayoritaria o exclusivamente por mujeres, son tan importantes.

    Hay que poner caras a expresiones anodinas como trabajo a tiempo parcial, contratos temporales, empresas de trabajo temporal, subcontratación o complementos salariales. Sin entender que detrás de todo esto se esconden los resortes que imposibilitan un acceso pleno de las mujeres al trabajo no es posible avanzar. La precariedad en la que se ha perdido el ordenamiento laboral tras las reformas inspiradas por el neoliberalismo se ceba especialmente con las mujeres. Cuando el convenio concreta las obras y servicios en los que es posible contratar temporalmente o cuando pretende limitar el recurso a las empresas de trabajo temporal (ETTs) está haciendo feminismo. Cuando se empeña en que la flexibilidad interna se negocie o que la gestión del tiempo de trabajo no quede en manos de los poderes unilaterales del empresariado está haciendo feminismo. Cuando nos empeñamos en que las empresas multiservicios no puedan escapar de los convenios sectoriales y que la subcontratación se restrinja estamos, antes de nada, enarbolando las caras de la precariedad declinada en femenino, las caras de las camareras de piso o de las operadoras de los contact center. Este sindicalismo de mujeres es generoso porque, como es evidente, también beneficia a los hombres y concluye en la evidencia: es un sindicalismo por y para las trabajadoras, por y para los trabajadores; un sindicalismo de las personas trabajadoras.

    Pero no es un camino sencillo, antes bien, precisamente porque la negociación colectiva es tan eficaz son muchos los intentos por domesticarla. El más importante de todos consiste en que los convenios deben negociarse en el marco de debilidad en que los dejó la reforma del PP (y un poco antes la del PSOE). Un escenario que hace realmente difícil alcanzar acuerdos equilibrados al no poder contar con la ultraactividad o no poder gobernar su estructura e impedir la fuga de las empresas del convenio sectorial. Por eso, el primero de nuestros empeños debe ser revertir este aspecto tan negativo de la reforma laboral. Devolver a la negociación colectiva su capacidad de regulación libre de interferencias es, por todas las razones hasta aquí apuntadas, un paso imprescindible para el desarrollo de un sindicalismo feminista. Sin duda que también queremos otro Estatuto de los trabajadores que, en primer lugar, empiece por mencionar y hacer visibles a las mujeres, pero acuérdense primero de devolvernos nuestra capacidad para regular las relaciones laborales que seguro que así, con la modestia de lo cotidiano, en el día a día, seremos capaces de lograr que el trabajo sea un espacio de ciudadanía, un espacio de mujeres y de hombres. Y, no lo duden, si acaso se les olvida estamos en condiciones de recordárselo porque la voz de las mujeres, la voz de un sindicato teñido de morado también se ha alzado.

    Carolina Vidal (@CarolinaVidal_L) es secretaria de Acción Sindical de la Unión Regional de Comisiones Obreras de Castilla La Mancha.