El IPC profundiza su caída en mayo y se sitúa en el -0,9% interanual, dos décimas por debajo del nivel de abril, arrastrado por un nuevo descenso de los carburantes, mientras la inflación subyacente se mantiene en el 1,1%. La baja inflación refleja la debilidad de la demanda interna, hibernada durante la actual crisis sanitaria y que en mayo ha empezado a recuperarse según avanzaba la desescalada y el cambio de fase de territorios.
El IPC mensual no varía en mayo (0,0%) frente al aumento de hace un año, por lo que la variación interanual del IPC baja dos décimas hasta el -0,9% en mayo arrastrada por el descenso de los precios de los carburantes y combustibles para el transporte personal, frente a la subida registrada en 2019, según los datos publicados hoy por el INE.
La inflación subyacente –sin energía ni alimentos frescos- aguanta en el 1,1% anual y se sitúa 2 puntos porcentuales por encima del índice general. A juicio de CCOO, la baja inflación estructural es preocupante y refleja el bajo impulso de la demanda interna, provocada por la insuficiente participación de las rentas del trabajo (vía empleo y salarios) en el crecimiento y el lento avance de la inversión –pública y privada- en los años anteriores, a los que ahora se añade el impacto negativo de la crisis del covid-19. Es necesario mantener el mayor empleo posible, minimizar la pérdida de puestos de trabajo y garantizar que el empleo que se genere en este contexto sea de calidad y garantizando las condiciones de salud e higiene en el trabajo.
El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) cae dos décimas en mayo hasta el –0,9% interanual en España, y se sitúa 1 punto porcentual por debajo de la inflación en la eurozona cuya variación anual cae dos décimas hasta el 0,1%. Para CCOO, la baja inflación, lejos del objetivo del 2%, y la necesidad de sostener las economías europeas e impulsar el esfuerzo de reconstrucción van a requerir de una elevada política monetaria expansiva del BCE y el uso de instrumentos no convencionales de política monetaria, así como aplicar una política presupuestaria expansiva en el conjunto de la UE que supere la austeridad, dando una respuesta colectiva y mancomunada al choque y la crisis generada por la pandemia del covid-19. Las previsiones apuntan a un impacto muy negativo durante 2020 en la mayoría de las economías, incluida la española, y una recuperación, más lenta que la caída, que llevará al PIB a crecer a partir de 2021.
La composición de la cesta de consumo de los hogares se ha modificado sustancialmente en la coyuntura de confinamiento generada por la pandemia y se va normalizando según se avanza en la desescalada. Dentro de los bienes y servicios que la mayoría de los hogares ha seguido consumiendo - productos de alimentación, bebidas, tabaco, limpieza y artículos no duraderos para el hogar, productos farmacéuticos, comida para animales y artículos para el cuidado personal- han moderado su subida interanual hasta el 2,8% en mayo, mientras que los servicios consumidos - alquiler de vivienda y garaje, distribución de agua, alcantarillado, recogida de basuras, gastos comunitarios, electricidad, gas, gasóleo para calefacción, servicios de telefonía, música y televisión en streaming, seguros, comisiones bancarias y servicios funerarios- han moderado su descenso hasta el -4,0% anual. Entre los bienes que se encarecen, los alimentos y bebidas no alcohólicas moderan su subida al 3,5% interanual, con una mayor subida de los alimentos frescos (5,4%) que de los alimentos envasados (2,3%). En el lado contrario, destacan las bajadas interanuales de calefacción, alumbrado y agua (-9%) y de transporte personal (-7,8%).