Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 30 junio 2024.

REVISTA "TRABAJADORA", N. 76 (NOVIEMBRE DE 2022)

Informe/ Una experiencia sindical: acoso por razón de sexo, de Beatriz Molino González

    Beatriz Morillo se detiene en un caso práctico de acoso por razón de sexo.

    17/11/2022.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    SOY delegada del comité de empresa y delegada de prevención de riesgos laborales en el comité de seguridad y salud de mi centro de trabajo y a nivel nacional; además, participo en las negociaciones de los planes de igualdad y formo parte de la comisión de igualdad. Siempre he actuado con el convencimiento de que todas las negociaciones son igual de importantes y necesarias y creo que es imprescindible generar herramientas sindicales para conseguir derechos en un ambiente de trabajo igualitario y sano.

    Hace un tiempo tuvimos un caso de acoso por razón de sexo y hubo que abordarlo en la empresa. El acoso es una experiencia por la que es mejor no pasar, ni siquiera de perfil como delegada sindical. Fue importantísima la autoorganización de las trabajadoras para apoyar a la mujer implicada e influyó en el resultado final, pero lo que puso fin al acoso fueron las herramientas sindicales: plan de igualdad y protocolo de acoso, principalmente.

    En 2014, junto con el primer plan de igualdad se negocia y se firma un protocolo de acoso (diferenciando los distintos tipos de acoso existentes). Según el protocolo, una vez que llega un caso a la comisión de prevención, si ésta estima la denuncia, se forma una comisión de investigación, con presencia de delegados y delegadas de prevención.

    La trabajadora, víctima de acoso por razón de sexo, se acerca a la sección sindical de Comisiones Obreras acompañada por otra delegada. Lleva algo más de un año sufriendo acoso por parte de un compañero. A su alrededor se ha formado toda una red de compañeras que la acompañan y nunca la dejan sola. Temen por ella no sólo por lo que pudiera hacer el acosador, sino por su salud, que se va deteriorando tanto que pasa de ser una persona alegre a otra taciturna y triste. La trabajadora relata como a raíz de una reasignación de proyectos, traspasa algunos de los suyos a un compañero. Por tanto, durante unos meses trabajan juntos, codo con codo, en el proceso de traspaso de tareas. La trabajadora es una persona abierta y simpática, a la que otras personas definen como siempre dispuesta a ayudar. No lo es menos esta vez, para que el compañero en el que recaen los proyectos no tenga ningún problema.

    Cuando ese trabajo conjunto acaba, empiezan los problemas, el compañero malinterpreta el compañerismo e interés en el trabajo y comienza a llamarla insistentemente por teléfono y a enviarle sms y WhatsApp con la excusa de hacerle preguntas acerca de los proyectos o solicitarle reuniones… Cuando la trabajadora es consciente de que sus consultas empiezan a exceder “lo laboral” intenta cortar la relación y le indica que pare. Muy lejos de parar, el trabajador comienza a mover bulos sobre su falta de profesionalidad y se jacta públicamente de que si no es por él, los proyectos no hubieran salido bien. Y comienza a meterse en la vida privada de la trabajadora: la sigue hasta su casa, le deja “obsequios” en portería o llama a su marido.

    La respuesta de la mayor parte de las compañeras es de ayuda. No dan crédito a los bulos y, ante el peligro, nunca la dejan sola, la acompañan hasta al baño y hasta su coche cuando vuelve a casa. Alguna de ellas intenta hablar, sin éxito, con el trabajador.

    La trabajadora llega al sindicato desesperada, tras haberle insistido en que parase en su actitud y no conseguirlo. Se siente culpable, como suele ocurrir, por otro lado, con casi todas las víctimas. Su única preocupación son sus hijos, no desea que detecten el infierno por el que está pasando y repite que solo desea que la situación pare. En esa primera visita, se le aconseja abrir el protocolo de acoso y buscar ayuda psicológica y legal.

    Lo primero que se hace es poner en orden todas las pruebas, trazando una línea temporal de los hechos y se le indica cómo y a quién dirigirse para abrir el protocolo de acoso. En muy poco tiempo, en unas semanas, se constituye la comisión y se procede a las entrevistas de las partes. Ante las abrumadoras pruebas y tantos testimonios a su favor, la comisión de investigación no tiene la menor duda de lo que ocurre: acoso por razón de sexo y aconsejan la separación de las partes implicadas, así como ayuda psicológica para la víctima. Ella solicita cambiar de departamento porque se le hace muy duro seguir trabajando en el mismo departamento donde tantas mentiras se han vertido sobre su integridad profesional y personal. La empresa le ofrece un nuevo puesto y ella acepta.

    Con respecto al trabajador, la empresa decide despedirle y mantenerle el seguro de salud durante un tiempo para que pueda buscar la ayuda psicológica que necesita, puesto que durante la investigación indica que tiene otros problemas de salud y adicciones.

    CCOO acompaña a la compañera mucho tiempo después, puesto que su angustia y miedo a encontrarse con él permanece y, además, aún falta pasar por la batalla legal en los tribunales.

    Tal vez lo más destacable de este caso es el compañerismo y solidaridad de muchas personas del entorno laboral de la víctima, que llegan a autoorganizarse para ayudarla, al igual que su marido que sabe acompañarla tal y como ella necesita, ni más ni menos. Lo peor es que aún falta cultura social para intervenir en los casos de acoso (del tipo que sean) lo antes posible, para evitar el dolor y la angustia y frenar los bulos que siempre llegan más lejos que la verdad con quienes no conocen a la afectada o no tienen la madurez necesaria como para ser capaces de pararlos o no darles crédito y siempre dejan un poso que hace que perdure el miedo y dolor de la víctima.

    Este caso no se habría resuelto de no haber existido un protocolo de acoso, que se activa por parte de la empresa con la agilidad suficiente para dar una respuesta rápida, lo que demuestra que las herramientas sindicales son necesarias y no se deben escatimar esfuerzos en negociarlas, con el mismo empeño que una subida salarial o más. Es cierto que el salario y/o los días de libranza son muy importantes sí, ahora bien, cualquier tipo de acoso rompe vidas, no sólo de las víctima sino de todo su entorno.

    Obviamente lo mejor es la prevención, por eso los planes de igualdad, la información y la formación son necesarios en las empresas, es la única manera de cortar por lo sano antes de que una conducta inapropiada llegue a convertirse en acoso.

    Beatriz Molino (@g_molino_) es delegada sindical de Comisiones Obreras y secretaria general de CCOO en el Grupo Vodafone

    Revista Trabajadora, n. 76 (noviembre de 2022).