Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 15 noviembre 2024.

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REVISTA "TRABAJADORA", N. 83 (JULIO DE 2024)

Generación XXI/ Juventud y salud mental, de Adrián Bazaga Ruiz

    09/07/2024.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    SEGÚN los datos del Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2023, del Centro Reina Sofía, casi un 60% de las personas jóvenes (entre 15 y 29 años) reconoce haber tenido algún problema de salud mental en el último año. Hay que destacar que: solo una de cada tres mujeres jóvenes (30%) nunca ha padecido problemas de salud mental y una de cada cinco manifiesta experimentar problemas de salud mental continuamente.

    A largo plazo, además del sufrimiento, y consecuencias terribles, como el suicidio; el padecimiento mental genera una pérdida de esperanza de vida. Estudios de seguimiento masivo de población calculan hasta 10 años menos por sufrir patologías psiquiátricas. Las explicaciones apuntan a una falta de autocuidados y el infradiagnóstico médico de problemas orgánicos por la atribución inicial de cualquier síntoma a los problemas de salud mental. Especialmente grave en el caso de las mujeres.

    Buena parte de las dificultades juveniles que podrían causar problemas de salud mental han sido analizadas en anteriores números de esta revista: el difícil acceso a la vivienda, la precariedad laboral, las prácticas, en definitiva, la imposibilidad de realización de proyectos propios de vida. La relación entre salud mental y las condiciones de trabajo está más que demostrada.

    Los estudios apuntan que los problemas juveniles (la salud mental, el miedo al futuro, la polarización social, la oposición a la igualdad de género, la asunción del modelo de masculinidad hegemónico) tienen como causa última la imposibilidad de alcanzar los niveles de éxito y consumo que el modelo de sociedad pone como objetivos y en consecuencia en la pérdida de confianza en los dirigentes para resolver las necesidades sociales, el futuro climático, los conflictos geopolíticos (genocidio palestino), etc.

    Esta pérdida de confianza en las instituciones, lo que algunos sociólogos denominan crisis de legitimidad, tiene sus bases en las dificultades para la participación social. No afecta exclusivamente a la población joven, pero ésta ha construido su relación con las instituciones desde este prisma de ilegitimidad y desapego por la participación. Como máxima representación existen los acuerdos no vinculantes de las cumbres del clima (en realidad, a prácticamente nadie sorprende que la COP28 no alcance un consenso planetario para evitar el umbral de 1,5 grados).

    En una parte importante de jóvenes esta falta de confianza normaliza la idea de un colapso social y ambiental inevitable (1). Frente a esto proliferan las alternativas del preparacionismo (preppers), los planes privados de pensiones, el juego de apuestas y los pseudogurús del fitness y el “emprendimiento”. Todo alternativas individualistas, fomentadoras de la desigualdad y el pensamiento del “sálvese quien pueda”. Y con unos claros intereses de clase: ¿A quién favorece que los jóvenes conviertan su tiempo de ocio en productividad? ¿A quién el descrédito de los servicios públicos? ¿A quién una juventud paralizada y débil?

    Contra este horizonte distópico, las organizaciones de clase tienen la obligación de hacer de la juventud una prioridad. El sindicato avanza hacia una participación real de las jóvenes en la toma de decisiones y lleva años luchando por la prevención de riesgos psicosociales, pero para recuperar la confianza y la esperanza del sector más precarizado de la clase trabajadora hay que sensibilizar a toda la sociedad en la solidaridad intergeneracional, en que la “mili laboral” (que todos tus primeros trabajos sean precarios) solo beneficia al empresariado; traer la perspectiva juvenil a la negociación colectiva y abrir espacios de comunicación intergeneracional, desde el respeto a la opinión de la juventud y sin caer en el paternalismo. La comunicación y las relaciones humanas no solo son el tratamiento fundamental de los problemas de salud mental; también es la forma de generar organización y cohesión social.

    Terminar con una nota de color: Todos estos ataques a la posibilidad de un futuro mejor no estarían ocurriendo de no ser porque un cambio de modelo está en juego. Hay una cita pendiente con la esperanza.

    Adrián Bazaga es enfermero de Salud Mental, Máster de Investigación en Ciencias de la Enfermería (MICE) por la Universidad de Alicante y secretario de Juventud de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios (@jovenesfssccoo) (@Sanitat_CCOOPV) de CCOO del País Valencià (@ccoopv).

    1) Futurofobia: Una generación atrapada entre la nostalgia y el apocalipsis, de Héctor García Barnés.

    Revista Trabajadora, n. 83 (julio de 2024).