Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 15 noviembre 2024.

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EMPLEO

Igualdad también en la formación, de Lola Santillana

    LOLA SANTILLANA escribe sobre el informe 13 datos que explican la participación de las mujeres en formación para el empleo.

    27/11/2018.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    SER MUJER joven, tener estudios primarios y además responsabilidades familiares es el cóctel perfecto que conduce a la desigualdad, la precariedad y el olvido formativo. Ésta podría ser la principal conclusión del informe elaborado por CCOO y titulado 13 datos que explican la participación de las mujeres en formación para el empleo. En él se analizan las características de la participación femenina en la formación a lo largo de la vida a partir de información estadística de la Unión Europea y de la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo (Fundae), concluyendo con trece datos destacados que dibujan un paisaje poco alentador de la participación de las mujeres en la formación para el empleo en nuestro país.

    CCOO insta a los Gobiernos, de forma permanente, a que adopten las medidas que hagan posible la mejora de las competencias y los niveles de cualificación de las trabajadoras, su desarrollo profesional y personal, y atienda así al mandato constitucional de garantizar la formación y readaptación profesional de toda la población trabajadora, sin discriminación alguna; las conclusiones del informe lo ratifican.

    La pincelada de arranque de este panorama formativo femenino confirma que las españolas participan un 25 % menos en formación que las europeas. Los consecutivos recortes presupuestarios del Gobierno del Partido Popular, así como la publicación de la Ley 30/2015, de 9 de septiembre, por la que se regula el Sistema de Formación Profesional para el Empleo en el ámbito laboral, redujeron la tasa de participación en formación a lo largo de la vida de las mujeres españolas: del 12,1 % al 10,2 % entre los años 2012 y 2016. En la Unión Europea, por el contrario, la tasa aumentaba del 11,3 % al 13,60 %. Gracias a la “gestión popular” se pasó de estar por encima de la media a situarnos por debajo. La carrera de obstáculos para la igualdad formativa no ha hecho más que empezar.

    Existe una relación directa entre el género y la financiación de la formación en las empresas, que sufragan la formación de los hombres en mayor medida que la de las mujeres. Éstas realizan menos cursos financiados por las empresas (59,2 %) que los hombres (73 %). Sin embargo, si los cursos son autofinanciados, la proporción de mujeres casi duplica a la masculina. Las barreras se multiplican y la segregación formativa por género se convierte en una cruda realidad que se suma a la que ya se enfrentan las mujeres en el ámbito laboral. El abandono por parte del empresariado de las necesidades de cualificación de las mujeres frente a las de los hombres es un hecho, superarlo es objetivo y un reto ineludible desde nuestra perspectiva sindical si queremos acabar con la brecha de género y la discriminación vertical y horizontal que sufren las mujeres en las empresas.

    El tercero de los datos destacado en el informe identifica que el aumento progresivo de mujeres en el mercado de trabajo español no ha supuesto un crecimiento del número de participantes en formación. La crisis económica y la reducción drástica del anterior Gobierno de los fondos en la formación oferta, a la que las mujeres accedían libremente sin intervención empresarial, a favor de la formación de demanda, han provocado un desequilibrio preocupante. Mientras que el porcentaje que representa a las mujeres en el conjunto de la población asalariada ha pasado del 43 % al 48 % entre los años 2007 a 2016, el de las participantes en la formación en la empresa solo ha crecido 1 punto (del 43 al 44 %). CCOO tiene que seguir interviniendo en la empresa, desde la negociación colectiva, para corregir los desajustes en el acceso femenino a la formación. Es urgente evitar la discrecionalidad empresarial que selecciona principalmente a hombres, incumpliendo el derecho de toda la población trabajadora a mejorar su cualificación profesional.

    Los datos que aparecen en el informe 13 datos que explican la participación de las mujeres en formación para el empleo constatan cómo la crisis ha penalizado a las mujeres jóvenes que siguen participando en formación más que los hombres de su mismo grupo de edad, pero han pasado de representar en el periodo 2007-2016 el 58 % al 33 % del alumnado, un descenso superior al de los varones.

    La crisis económica y la consiguiente destrucción del empleo joven en España entre 2007 y 2015 han provocado, también, un envejecimiento de las personas que se forman según recoge la OCDE. Es el grupo de edad entre los 36 años y los 45 quienes más se forman. Llegadas a este punto, resulta curioso que tampoco este “envejecimiento” ha sido uniforme, sino más duro e intenso en el caso de las mujeres. El número de alumnas de la formación de las empresas se redujo 25 puntos frente a los 16 que descendieron los alumnos. Se vuelve a penalizar más a las mujeres cuando la decisión de quien participa recae del lado empresarial. Hay que llevar la igualdad y la importancia de la formación en materia de igualdad a todas y cada una de las empresas y a todas las reivindicaciones de CCOO en las mesas de negociación. Es el momento de dar un paso adelante para universalizar el acceso a la formación.

    Se llama la atención sobre el hecho de que las mujeres con educación secundaria son las que más se forman, seguidas de las universitarias; sólo las mujeres con baja cualificación presentan tasas de participación inferiores a las de los hombres de su mismo nivel educativo. Éstas últimas participan en formación en una proporción inferior a la que representan en la población asalariada (28 % y 42 % respectivamente). En el caso de los trabajadores, la diferencia es algo menor (41 % y 53 %). Y esto es así porque las mujeres no cualificadas han de demostrar su nivel de formación mientras que los hombres lo tienen más fácil pues lo certifica la propia empresa. La brecha de género en la tasa de empleo de las trabajadoras que tienen estudios primarios es de las más elevadas de la Unión Europea, con cerca de 20 puntos porcentuales.

    Determinadas actuaciones empresariales están, sin duda, reforzando la segregación por género, a través de procesos individualizados de acceso a la formación de las personas con menor cualificación. CCOO tiene que tener muy presente y seguir aplicando su papel corrector y debe seguir interviniendo sindicalmente en los procesos formativos y de cualificación y desarrollo profesional en las empresas a través del diálogo social y la negociación colectiva.

    Los obstáculos no acaban para las trabajadoras y su formación. El informe concluye que la mayor inestabilidad laboral de las mujeres y la precariedad contractual que sufren redundan en una pérdida de cualificación, pues ésta no es más que la suma de los aprendizajes formales, la experiencia laboral acumulada y los conocimientos sociales.

    Además, las responsabilidades familiares y la incompatibilidad con los horarios de trabajo tienen un peso mayor en las dificultades que declaran las mujeres para formarse en comparación con los hombres. Queda patente el efecto tradicional y permanentemente negativo de las cargas familiares en el proceso formativo de las mujeres. CCOO reclama de las instituciones responsables medidas de acción positiva que permitan la igualdad efectiva de acceso de las mujeres a las acciones formativas de las empresas. Así desde el sindicato se urge al Servicio Público de Empleo a publicar la resolución que hasta 2012 obligaba a las empresas a formar a los colectivos más vulnerables en la misma proporción que representaban en la plantilla.

    La perspectiva sectorial de la formación también muestra un desequilibrio de género. Los sectores con un mayor porcentaje de participantes femeninas son comercio y servicios, con un 52 % y un 50 % respectivamente y los que tienen un porcentaje menor son industria (24 %) y construcción (11 %).

    Tampoco la modalidad utilizada para el aprendizaje es neutral. Influye en la especificidad de los contenidos, los costes asumidos por la empresa, la vinculación de los cursos con el entorno laboral y, por tanto, su eventual impacto en la carrera personal. Por ello CCOO denuncia que las mujeres se forman fuera de la jornada laboral y lo hacen en modalidad teleformación: el 50% del total de horas formativas frente al 35 % en el caso de los hombres. CCOO insiste en que lo que verdaderamente permite conciliar la vida laboral y familiar es que el tiempo de formación sea considerado tiempo efectivo de trabajo.

    Los contenidos de los cursos también refuerzan la discriminación por género. Servicios asistenciales, enfermería y cuidados sanitarios, docencia y servicios personales son contenidos formativos feminizados, en los que las mujeres superan el 75% del alumnado. Más allá, las mujeres que trabajan en pequeñas empresas tienen mayores dificultades para formarse. A pesar de que la brecha entre hombres y mujeres en el acceso a la formación persiste y crece con el tamaño de la empresa, las mujeres tienen una tasa de participación mayor según crece la plantilla de la empresa. Así, en las empresas con plantillas de menos de 10, apenas se forman el 10 % de las mujeres que trabajan. Este porcentaje aumenta con el tamaño de la empresa, alcanzando el 35% para plantillas a partir de 50. El hecho coincide con una mayor presencia sindical organizada y con capacidad de intervenir en los procesos formativos garantizando la equidad en el acceso porque el fortalecimiento sindical contribuye a garantizar el derecho laboral de toda la plantilla a la formación.

    Lola Santillana (@Lola_Santillana) es secretaria confederal de Empleo y Cualificación Profesional de Comisiones Obreras.

    Revista Trabajadora, n. 65 (noviembre de 2018).